Despertar el deseo de dar



Por Lic. Daniel Yoffe

Cuando buscamos en el diccionario la definición de sustentable nos encontramos que hace referencia a lo “que se puede sustentar o defender con razones”; mientras que sustentar es la acción de mantener a través de alimentos o defendiendo principios.

Cuando hablamos de la sustentabilidad de las organizaciones sin fines de lucro, implícitamente nos estamos refiriendo al vínculo que se establece al menos entre dos partes: la organización y usted.

Lo que estoy sugiriendo es que la primera se sustenta –recibe los alimentos y la defensa necesaria– si usted, lector de esta nota (ciudadano, empresario, institución, entre otros), así lo desea.

Entonces podría preguntarse: ¿Por qué yo debería sostener a esta organización? Es en este punto donde la entidad debe asumir la responsabilidad de brindarle las razones por la que la labor que realiza es tan importante que merece su atención, reconocimiento y apoyo.

Si usted, como miembro de la comunidad, percibe y comprende su importancia y trascendencia, existe un mayor grado de posibilidades que le despierten el deseo de ayudar. ¿Quién es el responsable de despertar esta conciencia? Por cierto, la organización y sus líderes.

Cambiemos por un momento de lector y hablémosle al líder de la organización sin fines de lucro. Esta es sustentable cuando logra establecer un diálogo con aquellas audiencias que ha seleccionado como prioritarias para el cumplimiento de su misión. El encuentro es una precondición para cualquier ulterior desarrollo. Por lo tanto, dependerá de que estas personas perciban a su grupo como importante para que les brinden su apoyo.

¿Cómo hacemos para que se conozca que su causa es importante? Ayudando a que la comunidad asuma la relevancia de los problemas que se deben resolver y la viabilidad de las soluciones (no es lo mismo paliar el hambre del mundo que brindar 200 comidas diarias a los niños del barrio).
Si percibimos a la organización y su causa como importantes, se dieron los siguientes procesos:

• Alguien se ha tomado el trabajo de encontrarnos y nos ha puesto en contacto.
• Hemos comenzado a comprender el problema o la necesidad.
• Lo percibimos importante y cercano.
• Las acciones y los programas nos parecen lógicos y pertinentes.
• Sentimos que nos están hablando a nosotros.
• Algo de lo que percibimos nos emociona.
• Genera respeto lo que estas personas hacen.
• Nos parecen confiables.

Como podemos apreciar, cuando hablamos de sustentabilidad hacemos referencia a un proceso social de relativa complejidad. Se torna más exigente aún en una comunidad cansada del engaño y afectada en su capacidad económica.

La buena noticia, podemos dar una, es que ciertos problemas y necesidades son tan evidentes (sociales, educacionales, culturales, entre otros) que lo que se requiere hoy, más que nunca, es la seriedad y el profesionalismo de quienes conducen las organizaciones sin fines de lucro. Así se podrá orientar el deseo de la gente para vivir en una sociedad mejor.

Por lo tanto, las organizaciones sin fines de lucro necesitan recursos, tanto para ser efectivas como para ser sustentables. La existencia o no de éstos –humanos y financieros– expresan su arraigo en la sociedad y ponen de manifiesto el grado de articulación con su entorno.
En definitiva, cuando una organización accede a una fuente de recursos, se produce un fenómeno de conocimiento social y legitimación de su causa. Por eso, cuando la concepción de la acción tendiente a lograr la sustentabilidad se reduce a uno solo de sus aspectos –la búsqueda de dinero–, limita la acción al mismo tiempo que traiciona el sentido.

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