Una sesión de preguntas y respuestas con Daniel Yoffe


por Roselena Sandoval

¿Cuántos años has estado involucrado en el fundraising?

Mi actividad en el campo comenzó en los Estados Unidos cuando descubrí que debía hacer algo llamado fundraising. Eso sucedió en el año 1985, hace 22 años.

Si pudieras cambiar algo, cualquier cosa, sobre la profesión en fundraising, ¿qué sería?

Pensaría cambiar la idea que se tiene de la profesión en América Latina. Dado que los resultados que debemos generar son fundamentales en nuestro quehacer profesional, esto ha quedado asociado a un cierto pragmatismo. La presión ha provocado una concentración en ver “como se hace”. Por esto, es aún más necesario, crear un espacio de reflexión y análisis crítico sobre la práctica profesional.

En tu opinión, ¿cuál es el aspecto más difícil al solicitar un donativo?

Partiendo del supuesto que uno ha superado sus propios obstáculos internos, el aspecto más complejo es tener una clara compresión del potencial donante en sus dimensiones racional, emocional y espiritual. Lograr esta conexión es el desafío que todos los profesionales enfrentamos.

¿Qué es lo que menos te gusta de la filantropía y sobre el fundraising?

Que la filantropía sea percibida en América Latina como una cuestión tradicional, elitista y no como una herramienta de transformación social. En cuanto al fundraising, me parece un error que sea visto como una técnica para obtener fondos; es mucho más que eso.

¿Cuál ha sido el comentario más sorprendente que has escuchado de parte de algún donante o prospecto?

Esto me sucedió en la solicitación de un gran donante, Presidente de un Consejo. Luego de invitarlo a que participe con un donativo de 6 dígitos (en dólares), se quedo pensando unos segundos (casi una eternidad para mi) y me dijo: “¿Ud. cree que es suficiente?”. La pregunta tenía sentido, estábamos cambiando la cultura organizacional sobre la responsabilidad de los líderes de la institución. Su donativo sería un ejemplo, pero quería estar seguro su ejemplo iba a ser lo suficientemente bueno.

¿Cuál ha sido tu momento más memorable como fundraiser?

A fin de crear el programa de The Fund Raising School en sur América, solicité un apoyo económico a la Fundación Kellogg de los Estados Unidos. Luego de meses de preguntas y consultas por parte de la Fundación sobre el proyecto, un día el representante de la Fundación me citó en su oficina y luego de una corta introducción me informó que el Board había aprobado la solicitud. Tuve que hacer un esfuerzo para controlar la emoción, pero no fue posible. Estuve, no se cuanto tiempo, con la cabeza hacia abajo entre mis manos. Al rato levanté la vista y lo único que pude decir fue: gracias.

¿Qué te gustaría hacer, que aún no has logrado?

Terminar de escribir mi primer libro y poder compartir la experiencia que he acumulado.

¿Qué te mantiene despierto en la noche?

Evito que esto suceda a menudo, no obstante, en las “vísperas” de un evento o la solicitación de un gran donativo inevitablemente repaso mentalmente durante la noche las acciones que vamos a desarrollar. Es como un check list mental que pasa una y otra vez hasta que logro dormir y entonces… sueño con check list.

¿Cuál ha sido el libro, película o curso que ha provocado el cambio más grande en ti o sea que ha impactado más en tu vida?

Sin duda mis primeras lecturas de Freud (La interpretación de los sueños, El malestar en la cultura, etc.) han marcado gran parte de mi pensamiento. Llegar a entender que detrás de la razón se esconde una energía y un “pensamiento” a veces desconocido para la persona, es una de las claves fundamentales de la vida y sin duda de nuestra profesión. Nuestra actividad esta muy vinculada al deseo y sin duda Freud nos ha ayudado a comprender en profundidad esta dimensión de nuestra existencia.

Si pudieras invitar a tres personas, actuales, históricos o míticos a cenar, ¿a quiénes serían y a dónde irían a comer?

Mis tres invitados serían Sigmund Freud, Henry Rosso y Mahatma Gandhi. Sin duda comeríamos en mi casa y cerraría la puerta con llave para que nadie piense que realmente vinieron sólo a comer.

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